26 jul 2011

Encuentro de ajedréz.

Hablé con el y al fin sentí que la movida del peón fue la correcta. Siempre viene bien, después de un largo rato, poner ciertas cosas en claro y retirarse del tablero con las fichas en orden.
La próxima jugada ya está pactada, será allí donde demostraremos cuanto aprendimos de este juego eterno.

15 jul 2011

Relaciones sin "punto final"

El otro día escuche a alguien decir que las mujeres nos obsesionamos con hombres cuyas relaciones no están cerradas del todo. De pronto entendí que lo que pasaba por mi cabeza todo el tiempo y lo que habitaba en mis sueños recurrentes era la sensación de notar que en “esa” relación ninguno de los dos había puesto un punto final. Por lo menos no uno claro.
Pese a haber ido y venido mil veces, habernos buscado mil veces más y habernos hartado en alrededor de un millón de momentos solo parecimos ser merecedores de la esfumación y los puntos suspensivos y nada más que eso.
Nos convertimos en fantasmas en la vida del otro, en seres que somos lejos de todos, que sostenemos en el tiempo algo que jamás desciframos.
Creo que es un buen momento de encontrarnos, tomar un café a la luz del día y dar paso a un punto final que ayude a dar vuelta la página para quien sabe, encontrarnos de nuevo en otro lugar o dejarnos al fin para siempre.
Punto final.

5 jul 2011

Miedo.

Miedo. Freud ya hablaba de eso y de cómo la cultura se esfuerza cada día por combatirlo. O disfrazarlo. Nos planteaba la idea de una ilusión, la ilusión que nos lleva a creer que algo mejor puede pasarnos si hacemos todo lo que la cultura nos marca, si cumplimos con lo que dicen los de más arriba, si seguimos el mismo camino que nos enseñan cuando somos chicos, nuestra familia, la escuela, entre otras instituciones.
De miedo hablaba Freud, de eso que da miedo hablar y no se habla. De eso que es mejor hacer de cuenta que no está, que no existe, para hacer más fácil todo, para no pensar ni agotarnos tanto.
A mí me gusta hablar del miedo. Me gusta exteriorizar eso que otros callan, me gusta sentir que la cultura y yo tenemos como una especie de batalla eterna.
Tengo miedo de no arriesgar, de no jugar, de no seguir pálpitos, de no hallarme nunca más, de cambiar hábitos, de ceder, de no entender, de no tener control, de no preguntar, de no cuestionarme, de no pensar ni repensar, de no ir más allá, de jugar un papel que no sea el mío, de no poder cargar mi propia bandera, de volar lejos de mis pensamientos, de hacer lo que otros creen que es correcto, de perderme en la mirada del otro, de que mis contradicciones crónicas se vuelvan severas para mi salud mental, de caer en lo tradicional, en lo protocolar, en el ser para el otro y dejar de ser para mí misma.
Tengo miedo que me gane la cultura esta que es una de las más difíciles peleas.