Trabajar tratando de mantener tres trabajos al mismo tiempo más el blog, ir a la facultad (trabajos grupales los fines de semana, clases híper densas, clases muy moviditas y discutidoras, parciales, etc.), ser la “dueña de casa” con las cosas que implica como pagar impuestos, ir al súper, a la carnicería (a intentar saber que comprar en medio de tanto cadáver carísimo), a la verdulería, limpiar, mantener la ropa ordenada en algún lugar, hacerte espacio para tu novio, para estar bien como para discutir asuntitos pendientes o mínimamente para verle la cara (si, a pesar de compartir el mismo techo), salir con las chicas para ponerte al día (eso de hablar por teléfono o por mensaje todo el tiempo quedó a años luz) , ver a la familia aunque sea un ratito en la semana, ir a terapia los viernes de felicidad, salir SOLA de compras, en fin…
Algunas veces en la vida (en especial en los tiempos que corren) una parece que se multiplica en mil para que las horas del día que de pronto nos parecen pocas, rindan.
Es junio y ya siento que a diciembre no llego si es que decido seguir a este ritmo. Ir al gimnasio o hacer yoga casi no cuadra y menos que menos dormir más de 5 horas por día. La pregunta es… ¿Entonces?
Luego de una semana en la que de veras sentí que ya no sabía cómo seguir combinando tanto, empecé a pensar en cómo las ocupaciones y la energía (o falta de ella) pueden jugarte en contra. Por ende comencé a hacer cálculos y me di cuenta de que vivir en una sociedad tan globalizada y sobre exigida nos hace caer en la falta de concentración, en la distracción continua, en estar pero no estar al mismo tiempo.
Como conclusión descubrí que la fórmula de que las cosas dejen de estar a medias tintas es estar dedicado un 100 % a lo que uno está haciendo sin que nada más exista. Parece difícil pero con ganas se puede. Usar la compu y hablar por teléfono hacen que la charla sea eterna y que el que está del otro lado sienta que no es tan importante, comer y leer para la facu hacen que la mente no se relaje y nos saturemos rápido o que no disfrutemos de ninguna de las dos cosas, estar con tu novio y pensar en la lista del súper o en los llamaditos por trabajo que tenés que hacer puede ser lo más corta mambo que exista. Y así miles de ejemplos más.
Por eso, a partir de este momento, si te sentiste identificada con este “mal moderno” te recomiendo que agarres la agenda, que te programes las mil actividades de forma tal que cada una tenga su tiempo especulado y que ninguna se choque con la otra. Con planificación y fragmentación premeditada de tu tiempo (o lo más cercano a eso posible) las cosas van a marchar mejor. Si a esto le sumas una horita de sueño más y una actividad que te ayude a bajar un poco las pulsaciones (recomiendo yoga o algún tipo de danza) ¡mejor aún! Solo es cuestión de cambiar hábitos y no morir en el intento…
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